A consulta llegan con frecuencia padres muy preocupados porque su hijo de pronto empezó a tartamudear, le atribuyen el comienzo a sucesos desagradables que sucedieron en casa o en el colegio; sin embargo es importante que el padre sepa sobre la tartamudez evolutiva que presentan muchos niños entre los 3 y 5 años. La que no tiene una duración mayor a 6 meses, desaparece así como apareció, de pronto.
Los padres deben estar informados sobre esta etapa del desarrollo de sus hijos, y de esta forma no preocuparse demasiado, ya que sus esfuerzos por corregirlo pueden estar alejados de su intención inicial de ayudar al pequeño.
El niño o niña de esta edad, por lo general, da a esta falta de fluidez inicial la importancia que tiene, es decir: ninguna. No obstante, esto cambiará si nosotros, como padres, se la damos y le incitemos a pensar que algo de lo que hace no está del todo bien. Por ello, es muy importante que el entorno del niño haga lo posible para que esto no ocurra.
Es muy importante no llamar la atención sobre su alteración en el habla, ya sea de forma directa o indirecta, y dejar que el desarrollo siga con absoluta normalidad. No agobiarnos por la forma de hablar del niño. Evitar que el niño tome conciencia sobre su habla y la considere problemática. Alejarse de actitudes sobreprotectoras y directivas. Evitar corregirlo frecuentemente. Aunque tartamudee, no debemos interrumpirlo. En el caso de que manifieste signos de esfuerzo cuando habla, debemos distraer su esfuerzo y facilitar una buena comunicación. Debemos intentar que nuestro hijo se encuentre contento y relajado, expresándole de diversas formas que lo queremos, lo valoramos y disfrutamos el tiempo que estamos junto a él.
Si la tartamudez demora más de 6 meses, entonces acuda al profesional especialista en Terapia de Lenguaje.